Visitar Pamplona - Conocer Pamplona: 2012

TUDELA, LA PRIMERA DEL CAMINO

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Tudela es una ciudad de la Comunidad Foral de Navarra ubicada en la comarca de La Ribera, entre el peculiar desierto de las Bárdenas Reales, la Vega del Ebro y el macizo del Moncayo. Fundada a principios del siglo IX por Amrus ibn Yusuf al-Muwalad, la localidad es el segundo núcleo poblacional de Navarra.

Tras la Reconquista, las comunidades musulmana, cristiana y judía convivieron en ella durante unos 400 años. En este sentido, en Tudela se conservan vestigios que atestiguan el paso de estas tres culturas.

A la hora de plantearse una visita turística por la ciudad, sería recomendable acercarse primero hasta la oficina de turismo tudelana Punto de Encuentro.
Una vez aquí, el viajero recibirá información detallada para comenzar una ruta por la ciudad navarra sin perderse el más minimo detalle.

Tudela cuenta con un magnífico patrimonio artístico-religioso, tanto arquitectónico, pictórico, escultórico, como de orfebrería. Y es que el arte está presente en cada rincón del núcleo antiguo de la localidad. La catedral (s. XII) es de estilo románico,igual que la Parroquia de la Magdalena y la Iglesia de San Nicolás. El estilo renacentista dejó su huella en el Palacio Decanal, el Palacio del Marqués de San Adrián y la Casa de Ibañez, entre muchos otros edificios.

La popular plaza de los Fueros (s XVIII) es barroca, estilo que comparte con el Palacio del Marqués de Huarte, la Iglesia de la Compañía de María o el Convento de Capuchinas, entre otros monumentos.

Sin lugar a dudas, la cultura judía ha sido la que ha dejado una huella más profunda en Tudela. De hecho, esta población navarra forma parte de la Red de Juderías de España y del Camino de Sepharad.

La comunidad judía formó un barrio propio, cercano a la zona sur de la muralla, junto al río Queiles, calle San Julián y adyacentes, conocido como judería vetula. En el siglo XII, el rey navarro Sancho VI decretó el traslado de la población judía a un nuevo lugar, junto a los muros del Castillo, para facilitarles una mejor protección. La conocida como judería nueva se articulaba en torno a los actuales Paseo del Castillo y calle de San Miguel.

Las tradicionales Ceremonias del Ángel y del Volatín, han discurrido siempre juntas en la fiesta y en la costumbre tudelana desde su inicio, probablemente en el s. XIII ó XIV. El Volatín, fiesta de interés turístico nacional, igual que la bajada del Ángel, se celebra cada Sábado Santo en la plaza de los Fueros y representa la muerte desesperada de Judas, el apóstol que traicionó a Jesús.

No hay que olvidar que existen algunos productos tudelanos de gran calidad y que son encarecidamente codiciados por las mejores mesas como son los cogollos, espárragos o alcachofas, entre otros. No es de extrañar que uno de los platos estrella de la gastronomía de Tudela sea la menestra. Todo ello, regado por los típicos vinos rosados navarros y los nuevos tintos de gran variedad. Como afirmó en su día el desaparecido nobel de literatura Camilo José Cela: "En Tudela se vive bien y se come y se bebe como Dios manda".

NAVARRA, SENSACIONES Y CONTRASTES

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LA COMUNIDAD FORAL DE NAVARRA, en el extremo occidental de los Pirineos, es una tierra llena de contrastes. Una tierra donde se puede disfrutar tanto de los paisajes pirenaicos y de bosques como el de Irati, bello en cualquier época del año, como de las llanuras abiertas y soleadas del valle del Ebro y de las Bardenas Reales, cuyo paisaje desértico es digno de visita.

Navarra está formada por tres grandes regiones -Montaña, Zona Media y Ribera- con climas diferenciados que repercuten no sólo en el paisaje sino también la arquitectura, el urbanismo, la gastronomía y el folclore.
Navarra nació como reino medieval, igual que los demás reinos peninsulares, y en la Edad Moderna se incorporó a la corona de Castilla, aunque conservó sus leyes propias (fueros) e instituciones diferenciadas. Actualmente, Navarra es una Comunidad Foral en el marco de la Constitución española de 1978.

El Camino de Santiago, la calle Mayor de Europa

Inscrito en 1993 como Patrimonio de la Humanidad, el Camino de Santiago es el que siguieron y siguen todavía los peregrinos que se dirigen a Santiago de Compostela. A lo largo del Camino se erigen alrededor de 1.800 edificios, tanto religiosos como seculares, de gran valor histórico. Desde que se descubriera el sepulcro del apóstol en el siglo IX, el culto a éste tiene como consecuencia un flujo interminable de peregrinos, que se hace más intenso en los años del Jubileo. De hecho, el rey Carlos I de España bautizó está ruta, ya por el siglo XVI, como la calle mayor de Europa. Y es que además de tener una base espiritual resalta la gran variedad cultural de las regiones y comarcas que se recorren, la hospitalidad de sus gentes y las numerosas experiencias y anécdotas que surgen durante el camino.
La ruta terrestre por excelencia es la que se conoce por el Camino Francés. Entra en España por Somport o Roncesvalles, en los Pirineos, se unifica después en Puente la Reina, en tierras de Navarra, sigue por La Rioja y Castilla y León, para entrar en Galicia por O Cebreiro hasta llegar a Santiago.



Navarra, donde comer es un placer

Los amantes de la buena mesa tienen una cita ineludible en la tierra navarra, ya que posee una riqueza culinaria fruto de la variedad geográfica que caracteriza a la Comunidad Foral.
Y es que el arte del buen yantar empieza con una buena base y si de una cosa pueden presumir los navarros es de poseer unos productos excelentes. Prueba de ello es que muchas de estas materias primas ostentan alguna distinción por su consabida calidad.
Famosos y codiciados son los espárragos de navarra, blancos y tiernos, los cogollos y alcachofas tudelanos o los pimientos del piquillo de Lodosa. No podemos olvidarnos de los platos a base de suculentos pescados de río o de excelente ternera de Navarra, regados, eso sí, con vino de la tierra, uno de los más prestigiosos del mundo.
Mención especial merecen los quesos. En Navarra existen dos Denominaciones de Origen de las más prestigiosas: la del Roncal y la de Idiazabal, compartida ésta con Guipúzcoa.
Y para poner un broche final a una opípara comida podemos deleitarnos con un buen pacharán, una bebida espirituosa que se popularizó a finales del siglo XIX y cuya fama ha traspasado fronteras.

Y a Pamplona hemos de ir...

Acogedora, moderna, universitaria ...muchos serían los adjetivos con los que calificaríamos a la capital navarra. Pamplona es una ciudad avanzada, con clase, que está dotada de unas infraestructuras y comunicaciones que la hacen idónea para la celebración de cualquier tipo de reunión o encuentro.
En este sentido destaca el Baluarte, un palacio de congresos y auditorio situado en la Ciudadela, recinto amurallado que ordenara construir Felipe II en el siglo XVI. El parque de Arga, el planetario ubicado en el parque de Yamaguchi y los barrios de Mendillorri o Mendebaldea forman parte de lo que se ha denominado la Pamplona moderna.
La ciudad combina todos estos rasgos de modernidad con la historia que desprende su casco antiguo y el barrio de Navarrería, considerado cuna de la ciudad. En éste último, podemos ver edificios tales como la catedral gótica de Santa María la Real, donde se encuentra el mausoleo realizado en mármol y alabastro dedicado a los reyes Carlos III el noble y Leonor de Trastámara. Ya bien entrado en el casco viejo se pueden contemplar lugares y edificios de interés como el Museo de Navarra o el Ayuntamiento, que posee una magnífica y vistosa fachada barroca.

Pero si hay una época del año en la que todas las miradas se dirigen a Pamplona es, sin duda, durante las fiestas de San Fermín, cuando se respira un ambiente inigualable e internacionalmente conocido.

Aunque si quiere gozar de una estancia tranquila en Pamplona éstas no serían las mejores fechas para visitarla. No obstante, te recomendamos un paseo a través del recorrido por el que discurren mozos y toros en las fiestas de San Fermín.

Comenzaremos con una visita al santo al que los mozos rezan poco antes de comenzar los encierros. Subiremos la cuesta de Santo Domingo, que realmente hace honor a su nombre, pasearemos por la calle Mercaderes y haremos un alto en el camino en la calle Estafeta. En ésta, el viajero hallará numerosas tascas en las que degustar unos maravillosos pinchos acompañados por un tinto de la casa, navarro por supuesto. Avanzaremos por la calle Estafeta hasta encarar la famosa curva de la Telefónica y la consiguiente entrada a la plaza de toros, donde nos espera una estatua dedicada al genial escritor Ernest Hemingway, cuya pasión por los Sanfermines, sobradamente conocida plasmó en Fiesta, una de sus obras más conocidas.